VALDEMORO

Valdemoro amanece…
Como cualquier lugar tal vez,
pero con aires de antaño.
Sus tejas se tiñen de colores de otras épocas,
iluminadas  por el profundo destello,
de los rayos que apenas despiertan.
Valdemoro bosteza…
Sintiéndose villa de ferias y ganados,
rescatando los recuerdos,
de fiestas y corridas taurinas,
con el pensamiento de que siempre,
será verde y luminoso,
como un campo recién segado.
Valdemoro se levanta…
Con paso firme y decidido,
evocando en cada calle o fachada,
el esplendor de su día a día.
Resurge del letargo del sueño,
de la noche acompasada y lluviosa,
buscando matices en la frondosa naturaleza.
Valdemoro almuerza…
Con gente que pasea y visita,
sus múltiples edificios.
Escucha los murmullos de noticias
presentes y futuras,
en la aparente quietud
de su espíritu inanimado.
Valdemoro sestea…
Mientras el calor de las casas,
inunda sus calles frías de invierno,
pero siempre hospitalarias,
al peregrino que llega,
buscando en su historia
ecos de duques y reyes.
Valdemoro atardece…
Entre fogones y libros.
Se regocija con las risas y juegos de los niños,
que siembran de alegría,
sus paseos y avenidas.
Se prepara y recoge presuroso,
la cosecha fértil,
de otra jornada más de dulce sosiego.
Valdemoro duerme…
Con ruedas de carro y sillas de mimbre,
Agradeciendo y reviviendo cada segundo,
de lo que fue, es y será.
Se despide con amor y cariño,
sin olvidar jamás, que bajo el lustroso pavimento
se esconde el corazón de un humilde y cariñoso pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario