HERMANOS

Hermanos, compañeros de sol y de luna
de obsoletas y desterradas trincheras,
de fotos antiguas y recuerdos rotos,
por el inescrutable paso del tiempo.
Hermanos, amigos inestimables
de leales confesiones
y absurdos remordimientos,
de una niñez mal concebida.
Hermanos, queridos y adorados
en largos sueños de invierno,
aletargados en el baúl,
de la aturdida memoria.
Hermanos, defensores a ultranza
de maltratos tristes y ruines,
sembradores de estrellas,
en las noches ausentes de luz.
Hermanos, encargados sin razón
de acunar perdidos desvelos,
con la secreta devoción,
de hacer retornar al Hada de los Sueños.
Hermanos, decididos protagonistas
de preguntas ocultas en el aire,
pululando inquietas,
en busca de certeras respuestas.
Hermanos, palabras quebradas
de frases nunca dichas,
por miedo a que se evapore,
la magia que impregna el ambiente.
Hermanos, realidad y fantasía
locura y cordura,
enrevesadas a hierro forjado,
en el rincón de cada alma.
Hermanos, cara y cruz
de una misma historia,
por nosotros apenas contada,
pero impresa en cada gesto.
Hermanos, héroes en el diván
de nuestra mutua compañía,
aprovechando los lánguidos instantes,
que nos ofrece el día a día.
Hermanos, imposibles e impasibles
ante cualquier circunstancia,
por la inherente costumbre,
de sobrevivir con astucia.
Hermanos, maestros abnegados
en el arte de la observación,
aparentemente cada uno por su lado,
pero atentos a cualquier petición.
No hay principio ni fin, ni gracias en exceso
porque ni aquí, ni en otro confín
nadie podría negar que sois…
Mis Hermanos.

GATO

Tu mirada vuelve a ser transparente,
te presiento tranquilo y confiado de nuevo.
Antaño, tus ojos andaban velados
perdidos en los vericuetos de la angustia pasada.
Sentí que te alejabas de mí,
me observabas retraído desde un rincón
y sin darte apenas cuenta,
me hacías revivir tu dolor mal disimulado.
También yo estaba allí…
justo en el momento en que paró tu reloj,
para zambullirte en las sombras,
de la desazón y las dudas,
de sí habría un nuevo despertar.
Y lo hubo gato de espuma,
de nieve, de glaciar e iceberg.
Volviste presintiendo que yo te esperaría
y tú agonía se tornó la mía,
en la lentitud de las horas,
en que tú herida sangraba
y mi corazón se encogía,
como si un invisible puño lo atrapara.
Decidiste, en ese fugaz instante
devolverme la calidez amarilla,
que emanaba cual sol de tu vista,
inmensamente cansada.
Tocaba curar con cariño,
el zarpazo que te dio la vida,
pero estabas de vuelta a mi lado
y eso lo compensaba todo.
Quédate conmigo, susurré bajito
y un tenue maullido tranquilizó el ambiente,
de bisturís y agujas demasiado grandes,
para un cuerpo tan pequeño y frágil.
Hoy, reímos ante la ausencia
de tan llamativa cicatriz,
aún sabiendo,
que en el fondo de tu corazón gatuno,
todavía revives aquel delicado momento.
Entonces retornas del lúgubre exilio,
y tus bigotes se componen,
mientras acaricias con delicadeza mis piernas.
Has regresado y no hay mejor regalo para nosotros.
Mi querido gato, bandolero y delicado caballero,
eterno superviviente y perfecto ejemplo,
de las 7 vidas que conmigo
me propongo que elijas vivir.
Te has ganado con esmero,
el título de valiente guerrero,
que en el fondo siempre has sido y serás.