LA CHIQUILLA INVISIBLE

Yo, como tú, como todos tengo una posesión extremadamente valiosa. Ese gran tesoro, ni se compra, ni se vende, ni se envidia, ni se pierde…porque ese o esa niña interior impregna cada molécula de nuestro cuerpo.
La mía es una dulce chiquilla, hasta ahora invisible, de ocho años.
Pero no creas que pese a su corta edad no sabe lo que quiere.
Me ha hecho una petición tan especial, tan necesaria para ella que me siento incapaz de rechazarla.
Ansía con tanta fuerza que te transmita su historia, que su propia emoción me embarga y resuelvo homenajearla con esta autobiografía, ya que su don es compartir y para poder compartir hay que vivir y hay que sentir.
La observo y presiento su pesar. Sus ojitos suplican que la escuche, que hable de lo que nos pasó y que me convierta en su fiel portavoz.
Se pone de jarras, boca torcida incluida, porque le molestan mis continuas huidas, las múltiples excusas…
Elige que ya es hora, que basta de fingir y yo sé que tiene razón, yo sé que me escondo, yo sé que a menudo no respondo a su pureza e inocencia infantil.
Le pido que me guíe en este tortuoso pero imprescindible camino de nuestros recuerdos.
Ella sabe, mucho antes que yo, que es el modo de seguir adelante.
-Cuenta las dos partes- susurra
-A ello voy-susurro
En la primera, tiene 4 a lo sumo 5 añitos. Vestida con ropa playera sonríe y es dulce, espontánea y muy divertida. Aún vive ajena al dolor que experimentará poco después cuando sus padres se separen.
La vida parece truncarse y empiezan los desencuentros de ellos, las idas y venidas, la lucha de poder con la misma moneda de cambio: la chiquilla.
Su madre miente, la deja sola de noche y poco a poco el abandono va haciendo mella en su corazón infantil.
Para la cría se hace eterno y tristemente el desasosiego se prolonga en el tiempo.
La falta de responsabilidad de su progenitora, hace que la deje en un orfanato…
Sin padre, sin madre, desarraigada de todo, escuchada por nadie, la chiquilla invisible casi forma parte de la lúgubre casa donde se acoge a niños perdidos, indeseados, extravíados…
Casi ni come, se pasa el día sentada en su orinal, pretendiendo a su corta edad dejar de existir.
Se alimenta de agua, a veces algo de leche. Tampoco hay mucho más, son demasiados menores allí.
La luz de la esperanza se enciende. El rescate llega en forma de padre. Ese padre que la ha buscado de manera incesante y denuncia a la madre.
Se la lleva con él e instaura la tan esperada tranquilidad.
Su madre frustrada, no se da por vencida y lucha por la niña, consiguiendo que se la devuelvan.
Pero su intención no es darle cariño o quizás disculparse.
La atormentada vida de la mujer aprisiona su corazón. Las vivencias personales pesan en ella como losas de miles de kilos y lo paga su hija.
Llegan los maltratos físicos, las duras palabras, los desprecios y humillaciones. La chiquilla quiere entenderla, pero su madre no soporta su sinceridad, el que prefiera a su padre, el que la mire de esa manera.
Y siguen los golpes…
La niña opta por callar, total si habla le pegan, quizás callando. Da igual, todo da igual.
Pero sólo se calla por dentro. Actúa por fuera contándole a su hermano que va a escapar. En su mente infantil ya está a miles de kilómetros de allí.
En la segunda parte, que mi chiquilla me recuerda que os cuente, ya tiene 8 o 9 añitos y es tan perseverante, lista y luchadora que cuenta en el colegio lo que su madre le está haciendo.
El director alarmado localiza al padre y le llama. Ahora, la madre ya no puede reclamarla. La Justicia interviene, se altera, se indigna y preguntan a la niña, que ya sin miedo explica pormenorizadamente todo a un juez.
La vida resuelve a su favor…sucumbe a su mirada triste y ausente, a su cuerpo frágil, a su necesidad de ser amada.
Adiós a la madre con otra paliza, la última y se va muy muy lejos.
Un hogar de afecto le abre los brazos, con una dulce abuela-mamá de mirada tierna y corazón inmenso. Presiente el dolor y pacientemente cura las rabietas desmedidas, la desgana de comer, el miedo a la oscuridad y los temores que atenazan su alma.
La abuela sabe que la chiquilla tiene un corazón muy sensible, unas tremendas ganas de vivir, de superar la adversidad.
Es complicado, pero la ayuda que la dispensa es tan esencial, tan descomunalmente espectacular, que la niña crece arropada por la fe de que siempre se las arreglará para salir adelante.
Esa muchacha, esa chiquilla invisible, esa niña interior, como supongo que ya sabes, SOY YO.
Esa chica de ahora 40 años, SOY YO.
Esa mujer, con una hija de 8 años, SOY YO.
No obstante, a veces, esa personita que habita en mí, me pide vivir esa infancia que me perdí.
Desea jugar, meterse en los charcos, pisar las hojas otoñales que caen de los árboles, reír a carcajadas, dejando a un ladito a la adulta seria y responsable.
Quiere también que os diga, que fue muy injusto lo que pasó, que no se lo merecía, que no había hecho nada malo.
-Lo sé mi niña- La consuelo bajito desde dentro…por fin lo sé.
Y marcó tu vida, mi vida…
Y dolió como un dardo clavado en el centro de nuestro ser…
Y dejó su huella…
Pero elegimos seguir, vivir y contarte a ti, querido lector o lectora, que se puede.
Aunque a veces duela, se puede.
Aunque a veces queme, se puede.
Aunque a veces enfade, se puede.
Porque mi experiencia, ahora reconocida, me ha hecho ser lo que soy, me ha permitido aprender, avanzar e irme convirtiendo en el tipo de persona que me encanta ser.
Y no necesito ni pegar, ni humillar ni desprestigiar a mi hija, porque mis circunstancias son diferentes a las de mi madre y porque elijo el Amor, por encima de todo.
Lo demás, fue tan sólo una mínima parte de mi vida. El resto la escribo día a día, disfrutando de las personas que quiero y me quieren.
Vivo el instante y quiero decirte a modo de hasta luego, que he perdonado a mi madre y que le deseo mucha paz, porque me apena pensar lo duro que es para ella estar en lucha permanente consigo misma y con su dolor, incapaz de salir.
Mi relato va llegando al final con el firme propósito de intentar vivir en armonía conmigo y mi querida niña interior.
Y ella, que sabe mucho como ya has podido ver, me invita a la que ya es nuestra playa.
Está situada al pie de una espléndida cabaña virtual, con grandes ventanales, espacios diáfanos y vistas al mar.
Paseamos por la arena, hacemos castillos, cogemos conchas y por primera vez me agacho a su altura, la de sus 8 añitos, y la beso y abrazo.
Reímos y también lloramos reconociendo yo su necesidad de mí, de mi calor, de mis caricias y sobre todo de mi comprensión.
-Te quiero pequeña-le digo
Y te voy a querer siempre, siempre y siempre…
Porque sé que me estarás aguardando aquí, mirando la inmensidad del mar y las olas, en nuestro rincón secreto y maravilloso. Un lugar que emana alegría y complicidad.
Es mi remanso de paz y te invito.
A ti, si a ti que has leído estas líneas…
Pasa sin llamar, aquí vivimos sin timbres ni prisas.
Eso sí, sólo te pido una cosa:
Trae contigo a tú niño o niña interior.

5 comentarios:

  1. Entro sin llamar, me gusta eso de vivir sin timbres ni prisas, qué gozada. Mi niño interior no lo he traído porque sigo siendo un niño jejejee algo traviesillo incluso.
    Gracias por tu Chiquilla invisible.

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  2. A medida que crecemos y pasan los años nos damos cuenta de lo mucho que desaprovechados nuestra vida, unas veces por causa nuestra y en otras por la vida de nuestros progenitores... de una manera u otra vivimos una cadena de acontecimientos provocados por las herencias de nuestros antecesores... vivencias y unas veces sus victorias y como en nuestro caso ( ya que todos pasamos por algún percance realmente duro algún dia -experiencias propias...) derrotas. Lo mas lindo y dulce de tu biografía es la incesante fortaleza que rebosa tu texto, te deseo la mayor felicidad que jamas puedas imaginar... y una cosa, nunca es tarde para disfrutar de ciertas cosas de niños y tu con tu pequeña seguro que disfrutaras jugando y haciendo cosas a su lado que harías con su edad... si no lo hiciste pruevalo disfruta pasando unos minutos jugando al pin y pon con ella, a las muñecas y ha hacer aquellas cosas que hubieras deseado hacer cuando pequeña. No dejes de disfrutar junto a ella de aquellos años que no pudiste disfrutar... además con tu experiencia vivida y apoyo la sabrás infundir aquellos valores que harán de ella una mujer fuerte como tu y dulce como te muestras. Un saludo desde Córdoba donde tienes un amigo para reír llorar y apollarte en cualquier circunstancia de la vida. Firmado Rafael.

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    1. !Muchas gracias por tus bonitas palabras!
      Me han encantado y estoy muy feliz de que te haya gustado mi historia.
      Desde Madrid con cariño.
      Mamen Manzano.

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  3. muy interesante y triste, me alegra seas feliz ahora.un abrazo yo tambien escribo.

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  4. muy interesante y triste, me alegra seas feliz ahora.un abrazo yo tambien escribo.

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